el nacimiento de las grandes empresasInauguramos con este primer artículo una cuatrilogía el origen de la compañía española especializada en financiación de empresas, Bravo Capital. Para lograrlo, hacemos un breve recorrido por la historia de nuestro país.

A lo largo de los próximos cuatro números, veremos por la evolución de la sociedad española y sus familias, observando sus necesidades e inquietudes y, cómo han ido cambiando las empresas y las fuentes de financiación y el rol que la financiación privada ha ido jugando a lo largo de estos años en nuestro país.

Durante todo nuestro viaje por la historia, haremos siempre este paralelo entre las personas y las empresas, lo que nos permitirá observar cómo las necesidades de los individuos van cambiando y, también en sintonía las de las empresas. La necesidad humana es algo que nos interesa resaltar ya que es algo muy estudiado y contrastado en psicología, por lo que traemos a colación la pirámide de Maslow que nos viene a decir que el ser humano trabaja de manera ordenada para colmar en primer lugar sus objetivos fisiológicos, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y, finalmente, de autorrealización; sin embargo, es evidente que no podemos separar esta necesidad del momento histórico y tecnológico que vivimos.

Nos remontamos a los años 40, fue en esta década cuando se produjo la industrialización en España y la expansión real de la empresa pública con la creación en 1941 del Instituto Nacional de Industria (INI). El INI originaba la apertura de nuevas compañías industriales en España para, de esta forma, promover el desarrollo económico del país, llegando a constituir el mayor grupo empresarial desde su creación hasta 1980. Por su dimensión, se situó entre los diez más importantes de la Comunidad Económica Europea cuando España ingresó en esta organización en 1986. La empresa pública puso en marcha sectores que exigían fuertes inversiones en infraestructura, instalaciones y maquinaria, en general, empresas con un largo periodo de maduración tales como las empresas eléctricas o petroleras como Endesa o Campsa y también en sectores estratégicos para la economía nacional: las telecomunicaciones (Telefónica), los transportes (Renfe, Iberia, Elcano o Seat), el turismo (Entursa) y la minería (Hunosa).

La creación de empresas públicas se convirtió en una garantía estatal de mantenimiento del empleo y de estabilidad económica.

En estas circunstancias, cabe preguntarse si Bravo Capital como fuente privada y alternativa de financiación, pudiera haber existido entre los años cuarenta y sesenta.  Claramente no, ya que durante este periodo la banca estaba pasando por un proceso de nacionalización por diferentes razones, entre las que destacaba salir del subdesarrollo bancario que impedía la concesión de créditos a largo plazo o la financiación con riesgo a las nuevas industrias.

En la próxima semana miraremos la generación del momento de la privatización de la empresa pública en nuestro país.

Medio que recoge la noticia:

La Razón